La Ofensiva del Tet: El ataque sorpresa que cambió el curso de la Guerra de Vietnam
La Ofensiva del Tet representa uno de los momentos más determinantes de la Guerra de Vietnam. Lanzada el 30 de enero de 1968, durante la celebración del Año Nuevo lunar vietnamita, esta operación militar coordinada por el Vietcong y el Ejército de Vietnam del Norte sorprendió completamente a las fuerzas estadounidenses y survietnamitas. Lo que se suponía que era un periodo de tregua se convirtió en un ataque simultáneo contra más de 100 ciudades y bases militares, incluyendo la embajada estadounidense en Saigón, capital de Vietnam del Sur.
El contexto previo a la ofensiva
Una guerra aparentemente bajo control
Para finales de 1967, la administración del presidente Lyndon B. Johnson y los altos mandos militares estadounidenses proyectaban una imagen optimista sobre el desarrollo de la guerra. El general William Westmoreland, comandante de las fuerzas estadounidenses, había declarado que “podemos ver la luz al final del túnel” y que la victoria estaba al alcance. Los informes oficiales hablaban de un enemigo debilitado y de avances significativos en la pacificación de Vietnam del Sur.
Mientras los generales estadounidenses brindaban con champán en sus cuarteles climatizados en Saigón, los estrategas norvietnamitas, liderados por el general Vo Nguyen Giap, planeaban meticulosamente lo que se convertiría en uno de los golpes propagandísticos y psicológicos más devastadores de la historia militar moderna. La desconexión entre la percepción oficial y la realidad del terreno no podía ser más abismal. Johnson y sus asesores, desesperados por mostrar progreso ante una opinión pública cada vez más escéptica, habían creado una burbuja informativa que estaba a punto de estallar con violencia inusitada.
La Estrategia estadounidense se basaba en una guerra de desgaste, medida por el infame “recuento de cuerpos” (body count), donde el éxito se cuantificaba por el número de enemigos muertos. Esta métrica, junto con el control territorial, daba a Washington la falsa impresión de que la guerra avanzaba favorablemente.
Preparativos secretos
Mientras tanto, los líderes norvietnamitas llevaban meses preparando una operación a gran escala. El general Giap, arquitecto de la victoria contra los franceses en Dien Bien Phu, había diseñado un plan ambicioso que rompería con la estrategia habitual de guerrilla. En lugar de ataques esporádicos y retiradas tácticas, los norvietnamitas optaron por una ofensiva convencional de gran escala, movilizando aproximadamente 80,000 combatientes a través de la pista Ho Chi Minh, una compleja red de caminos que atravesaba Laos y Camboya.
Lo que pocos saben es que la planificación de la Ofensiva del Tet generó intensos debates en el Politburó norvietnamita. Mientras Giap inicialmente se mostró escéptico sobre la viabilidad de una ofensiva a gran escala, Le Duan, secretario general del Partido Comunista, presionó fuertemente para implementarla. Este conflicto interno, raramente mencionado en los relatos occidentales, refleja las tensiones entre diferentes visiones estratégicas dentro del liderazgo norvietnamita. Giap, el veterano estratega, prefería continuar con una guerra de desgaste prolongada, mientras que Le Duan apostaba por un golpe audaz que provocara un levantamiento popular en el Sur. Irónicamente, la historia daría parcialmente la razón a ambos: la ofensiva fracasaría militarmente (dando razón a las precauciones de Giap) pero sería un éxito estratégico (validando la visión política de Le Duan).
El sigilo en la preparación fue extraordinario. Miles de armas fueron introducidas clandestinamente en ciudades como Saigón y Hue, escondidas en ataúdes, cargamentos comerciales e incluso en carrozas festivas para los desfiles del Año Nuevo. Células durmientes del Vietcong, infiltradas en posiciones urbanas estratégicas, esperaban la señal para atacar, mientras unidades regulares se posicionaban para asaltar objetivos militares clave.
El estallido de la ofensiva
El factor sorpresa
La celebración del Tet, el Año Nuevo lunar vietnamita, era tradicionalmente un periodo de tregua no oficial. Muchos soldados survietnamitas habían recibido permiso para visitar a sus familias, y las fuerzas estadounidenses mantenían una vigilancia reducida. Esta situación creó una ventana de oportunidad perfecta para los atacantes.
En la madrugada del 30 de enero de 1968, miles de soldados del Vietcong y del Ejército de Vietnam del Norte lanzaron ataques coordinados contra ciudades, pueblos, bases aéreas y cuarteles generales a lo largo de todo Vietnam del Sur. El asalto a la embajada de Estados Unidos en Saigón, que duró varias horas, se convirtió en un símbolo poderoso de la vulnerabilidad americana.
La legendaria cinta de radiocomunicación revelada décadas después muestra a los oficiales estadounidenses en un estado de confusión rayano en el pánico durante las primeras horas de la ofensiva. “¿Qué demonios está pasando?” se escucha preguntar a un oficial superior mientras las explosiones resuenan en el fondo. La inteligencia militar, que tanto presupuesto había consumido, había fallado estrepitosamente. En Saigón, los periodistas despertaron con el sonido de disparos, solo para encontrarse con que la guerra que reportaban desde la distancia había llegado a sus puertas. Don North, corresponsal de ABC, recuerda haber abierto las cortinas de su habitación de hotel para ver a soldados del Vietcong instalando posiciones de fuego en la acera de enfrente. “En ese momento”, escribiría después, “supe que todo lo que nos habían contado sobre el progreso de la guerra era una fantasía”.
La batalla por Hue
Uno de los episodios más sangrientos de la ofensiva tuvo lugar en Hue, la antigua capital imperial. Las fuerzas comunistas capturaron rápidamente la ciudad y establecieron un control que duró 26 días. La batalla para recuperar Hue fue brutal, causando enormes daños a esta joya arquitectónica y cultural. Los marines estadounidenses y las tropas survietnamitas tuvieron que luchar casa por casa, enfrentándose a un enemigo bien atrincherado en un terreno urbano complejo.
Durante la ocupación de Hue, las fuerzas comunistas ejecutaron a miles de civiles considerados simpatizantes del gobierno de Vietnam del Sur, incluyendo funcionarios, intelectuales y religiosos. Estas ejecuciones, conocidas como la “Masacre de Hue”, representan uno de los episodios más controvertidos y menos discutidos de la ofensiva.
Los relatos sobre la Masacre de Hue revelan la complejidad moral de la guerra y la dificultad de establecer narrativas simples de “buenos y malos”. Mientras los informes oficiales estadounidenses y survietnamitas hablaban de purgas sistemáticas dirigidas por comisarios políticos norvietnamitas contra elementos “reaccionarios”, investigaciones posteriores han revelado un panorama más matizado. Muchas de las ejecuciones parecen haber sido represalias espontáneas llevadas a cabo por unidades locales del Vietcong contra aquellos identificados como colaboradores o informantes. La periodista estadounidense Martha Gellhorn, quien entrevistó a supervivientes, describió el terror como “democrático en su aplicación”, afectando tanto a familias pudientes como a trabajadores comunes sospechosos de cualquier tipo de colaboración con el régimen de Saigón o los estadounidenses. La guerra, como siempre, mostraba su rostro más oscuro en las zonas grises de la moralidad humana bajo presión extrema.
El impacto mediático y político
La brecha de credibilidad
Si bien militarmente la Ofensiva del Tet terminó siendo un fracaso para las fuerzas comunistas, que sufrieron enormes bajas y no lograron mantener ninguna de las posiciones conquistadas, en términos de percepción pública representó un punto de inflexión crucial. Las imágenes del asalto a la embajada estadounidense, transmitidas por televisión a millones de hogares en Estados Unidos, contradecían directamente las declaraciones optimistas de la administración Johnson.
El famoso reportero de la CBS Walter Cronkite, considerado “el hombre más confiable de América”, viajó a Vietnam tras la ofensiva y concluyó en un editorial histórico que la guerra había llegado a un punto muerto. Su cambio de postura simbolizó el creciente escepticismo de la opinión pública americana.
El impacto psicológico de la Ofensiva del Tet se vio magnificado por un fenómeno mediático singular: la primera guerra televisada de la historia. Las cenas familiares en los suburbios estadounidenses se veían interrumpidas por imágenes de combates reales, algo inédito hasta entonces. La Fundación Federico Engels ha documentado cómo este nuevo paradigma informativo alteró fundamentalmente la relación entre las guerras y sus sociedades. El público ya no dependía exclusivamente de la narrativa oficial, sino que podía contrastarla con las impactantes imágenes que llegaban directamente del frente. Paradójicamente, el mismo país que había perfeccionado la televisión como medio de comunicación de masas se convertía en víctima de su poder para modelar percepciones. La fotografía de Eddie Adams que muestra al jefe de policía de Saigón ejecutando a un prisionero del Vietcong con un disparo en la cabeza se convertiría en un símbolo visceral de la brutalidad de un conflicto cada vez más difícil de justificar ante el electorado estadounidense.
El giro en la política estadounidense
El presidente Johnson, profundamente afectado por la crisis de confianza pública, anunció el 31 de marzo de 1968 que no buscaría la reelección. Además, ordenó el cese parcial de los bombardeos sobre Vietnam del Norte e inició conversaciones de paz con los norvietnamitas.
La administración comenzó a implementar la política de “vietnamización”, transfiriendo gradualmente la responsabilidad del combate a las fuerzas survietnamitas mientras reducía la presencia estadounidense. Este cambio marcó el inicio de un largo y complejo proceso de retirada que culminaría con los Acuerdos de Paz de París en 1973 y la caída de Saigón en 1975.
Las consecuencias militares y estratégicas
Debilitamiento del Vietcong
Paradójicamente, aunque la Ofensiva del Tet se considera un punto de inflexión favorable para las fuerzas comunistas, en realidad causó un daño severo a la infraestructura del Vietcong. Las enormes bajas sufridas (se estima que perdieron entre 40,000 y 50,000 combatientes) diezmaron sus capacidades operativas, obligando a Vietnam del Norte a asumir un papel más prominente en el resto de la guerra.
Los diarios personales de varios comandantes del Vietcong, recuperados años después, revelaban un sentimiento mixto de orgullo y desolación tras la ofensiva. Un oficial escribió: “Hemos ganado una gran victoria política, pero a qué precio. Casi no nos quedan hombres. Los americanos no entienden que hemos ganado porque no entienden por qué luchamos.” Esta desconexión cognitiva entre ambos bandos permeaba todos los niveles del conflicto. Para los norteamericanos, la guerra era un ejercicio geopolítico contra la expansión comunista; para los vietnamitas, era la culminación de generaciones de lucha por la independencia nacional. La disposición a aceptar sacrificios incomprensibles para los estándares occidentales derivaba de esta diferencia fundamental en la concepción del conflicto. Como reflexionaría años después el Secretario de Defensa Robert McNamara: “Nunca entendimos a nuestro enemigo. Creímos que valoraba la vida individual como nosotros, y nos equivocamos fatalmente”.
Cambio en la estrategia estadounidense
Tras la ofensiva, el general Creighton Abrams reemplazó a Westmoreland como comandante de las fuerzas estadounidenses. Abrams abandonó la estrategia de desgaste basada en “recuentos de cuerpos” y grandes operaciones de búsqueda y destrucción, optando por un enfoque más centrado en la protección de la población civil y el fortalecimiento de las instituciones survietnamitas.
Los bombardeos también cambiaron de naturaleza. La Operación Rolling Thunder, una campaña de bombardeo gradual que había demostrado ser ineficaz, fue reemplazada por ataques más intensos y concentrados contra objetivos específicos en el norte, especialmente durante la Operación Linebacker en 1972.
El legado de la Ofensiva del Tet
Un punto de inflexión histórico
La Ofensiva del Tet encarna una de las paradojas más fascinantes de la historia militar moderna: una derrota táctica que se convirtió en una victoria estratégica. Las fuerzas norvietnamitas fallaron en sus objetivos militares inmediatos —no lograron desencadenar un levantamiento popular en el Sur ni derrotar decisivamente a las fuerzas estadounidenses— pero consiguieron algo quizás más valioso: quebrar la voluntad política americana de continuar el conflicto indefinidamente.
Lo que rara vez se menciona es que la Ofensiva del Tet también provocó una reevaluación estratégica en Hanoi. El general Giap, tras analizar las enormes pérdidas sufridas, modificó significativamente su aproximación táctica. Las “guerras de liberación nacional” se basaban en el principio maoísta de que la insurgencia debía avanzar en tres fases: defensiva, equilibrio y ofensiva final. La Ofensiva del Tet representó un intento prematuro de saltar a la tercera fase que resultó en pérdidas catastróficas para la infraestructura guerrillera construida durante años. Los historiadores militares vietnamitas, en documentos desclasificados décadas después, reconocieron que militarmente la ofensiva fue una “aventura costosa” que retrasó sus capacidades combativas. Irónicamente, la consecuencia no fue abandonar sus objetivos, sino recalibrar su paciencia estratégica: si los americanos ahora buscaban una salida, ellos podían permitirse esperar y reconstruir sus fuerzas mientras las negociaciones avanzaban tortuosamente.
Replanteamiento de la doctrina militar occidental
La experiencia de Vietnam en general, y de la Ofensiva del Tet en particular, provocó profundas transformaciones en la doctrina militar estadounidense. La “victoria” en términos convencionales ya no podía medirse simplemente por territorio controlado o bajas infligidas, sino que debía considerar factores como el apoyo popular, la legitimidad política y la sostenibilidad del esfuerzo bélico.
Esta lección influiría en la aproximación estadounidense a los conflictos futuros, desde la Guerra del Golfo hasta las intervenciones en Afganistán e Irak, donde la dimensión mediática y el control de la narrativa se convertirían en elementos centrales de la estrategia militar.
Conclusión
La Ofensiva del Tet continúa siendo un episodio fascinante y complejo cuyo significado trasciende el ámbito puramente militar. Representa el momento en que una superpotencia tecnológicamente superior se vio obligada a reconocer los límites de su poder frente a un adversario determinado y arraigado profundamente en la población local.
Más allá de las tácticas y estrategias empleadas, la Ofensiva del Tet nos recuerda que la percepción y la voluntad política son factores decisivos en los conflictos modernos. La victoria no siempre pertenece al bando militarmente más poderoso, sino a aquel capaz de sostener su causa con mayor determinación y de influir en la narrativa que da sentido al conflicto.
A continuación, encontrarás respuestas a algunas de las preguntas más frecuentes sobre la Ofensiva del Tet, así como una selección de obras literarias que te permitirán profundizar en este fascinante episodio histórico desde diferentes perspectivas.
Preguntas frecuentes sobre la Ofensiva del Tet
¿Cuándo comenzó la Ofensiva del Tet?
La Ofensiva del Tet comenzó en la madrugada del 30 de enero de 1968, coincidiendo con la celebración del Año Nuevo lunar vietnamita, una festividad que tradicionalmente implicaba un alto el fuego no oficial.
¿Quién planificó la Ofensiva del Tet?
La planificación estratégica estuvo dirigida principalmente por el general Vo Nguyen Giap, aunque el impulso político vino del secretario general del Partido Comunista, Le Duan. Existieron discrepancias entre ambos sobre la viabilidad y objetivos de la operación.
¿Ganaron los norvietnamitas la Ofensiva del Tet?
Militarmente, la Ofensiva del Tet fue una derrota para las fuerzas comunistas, que sufrieron enormes bajas (entre 40,000 y 50,000 combatientes) y no lograron mantener ninguna posición conquistada. Sin embargo, estratégica y políticamente, se considera una victoria decisiva que cambió la percepción pública estadounidense sobre la guerra.
¿Qué fue la masacre de Hue durante la Ofensiva del Tet?
Durante la ocupación de Hue, que duró 26 días, las fuerzas comunistas ejecutaron a miles de civiles considerados simpatizantes del gobierno de Vietnam del Sur, incluyendo funcionarios, intelectuales y religiosos. Las estimaciones sobre el número de víctimas varían entre 2,800 y 6,000 personas, según las fuentes.
¿Por qué se considera la Ofensiva del Tet un punto de inflexión en la Guerra de Vietnam?
Se considera un punto de inflexión porque contradijo directamente las declaraciones optimistas de la administración Johnson sobre el progreso de la guerra. El impacto mediático, especialmente en la televisión estadounidense, socavó el apoyo público a la guerra y llevó al presidente Johnson a anunciar que no buscaría la reelección e iniciar conversaciones de paz con los norvietnamitas.
¿Cuál fue el papel de los medios de comunicación durante la Ofensiva del Tet?
Los medios jugaron un papel crucial, transmitiendo por primera vez imágenes de combate en tiempo real a los hogares estadounidenses. El reportero Walter Cronkite, tras visitar Vietnam, concluyó que la guerra había llegado a un punto muerto, simbolizando el cambio en la opinión pública. La fotografía de Eddie Adams de la ejecución de un prisionero del Vietcong se convirtió en un símbolo icónico del conflicto.
¿Cuántas ciudades fueron atacadas durante la Ofensiva del Tet?
Las fuerzas comunistas atacaron simultáneamente más de 100 ciudades, pueblos, bases aéreas y cuarteles generales a lo largo de todo Vietnam del Sur, incluyendo 36 de las 44 capitales provinciales, 5 de las 6 ciudades autónomas, y la capital, Saigón.
¿Qué cambios provocó la Ofensiva del Tet en la estrategia militar estadounidense?
Tras la ofensiva, el general Creighton Abrams reemplazó a Westmoreland y abandonó la estrategia de desgaste basada en “recuentos de cuerpos”, optando por proteger a la población civil y fortalecer instituciones survietnamitas. Se implementó la política de “vietnamización”, transfiriendo gradualmente la responsabilidad del combate a las fuerzas survietnamitas mientras se reducía la presencia estadounidense.
¿Cómo lograron los norvietnamitas preparar la ofensiva sin ser detectados?
Utilizaron tácticas de sigilo extraordinarias: miles de armas fueron introducidas clandestinamente en las ciudades, escondidas en ataúdes, cargamentos comerciales e incluso carrozas festivas. Células durmientes del Vietcong llevaban meses o años infiltradas en posiciones urbanas estratégicas. Aprovecharon también la celebración del Tet, cuando muchos soldados survietnamitas estaban de permiso y las fuerzas estadounidenses mantenían una vigilancia reducida.
¿Cuál es el legado de la Ofensiva del Tet en la doctrina militar moderna?
La Ofensiva del Tet provocó una transformación en la doctrina militar occidental, demostrando que en los conflictos modernos, la “victoria” no puede medirse simplemente por territorio controlado o bajas infligidas, sino que debe considerar factores como el apoyo popular, la legitimidad política y la sostenibilidad del esfuerzo bélico. También resaltó la importancia de controlar la narrativa mediática como elemento central de la estrategia militar, lecciones que influirían en todos los conflictos posteriores protagonizados por potencias occidentales.
RECOMENDACIONES LITERARIAS
La Guerra de Vietnam ha dejado una huella indeleble en la literatura contemporánea, ofreciéndonos perspectivas únicas y conmovedoras sobre uno de los conflictos más complejos del siglo XX. Estas obras, desde diferentes ángulos y sensibilidades, nos permiten comprender mejor las dimensiones humanas, políticas y morales de acontecimientos como la Ofensiva del Tet, más allá de los fríos datos históricos.
El simpatizante – Viet Thanh Nguyen
Esta novela ganadora del Premio Pulitzer ofrece una mirada extraordinariamente compleja de la guerra a través de los ojos de un espía comunista infiltrado en el ejército survietnamita. Con una prosa brillante y una perspectiva única, Nguyen desmonta los estereotipos occidentales sobre el conflicto y explora las contradicciones de la lealtad, la identidad y el exilio. Su narrador, dividido entre dos mundos, nos brinda una visión del conflicto pocas veces contada en la literatura estadounidense.
Corazones en la Atlántida – Stephen King
King se aleja de sus habituales historias de terror para ofrecernos esta poderosa colección de relatos interconectados que exploran el impacto de la Guerra de Vietnam en la generación del baby boom. A través de personajes memorables y situaciones cotidianas teñidas por la sombra del conflicto, el maestro del suspense consigue transmitir cómo la guerra transformó la conciencia colectiva estadounidense y marcó el fin de una era de inocencia.
La velocidad de la luz – Javier Cercas
Esta fascinante novela del aclamado autor español aborda las secuelas emocionales y psicológicas de la guerra a través de la amistad entre un escritor español y un veterano de Vietnam. Cercas construye un relato magistral sobre la culpa, la memoria y la posibilidad de redención, explorando cómo los traumas de guerra persisten mucho después de que los conflictos terminan, resonando a través de generaciones y fronteras.
Trabajo sucio – Larry Brown
Brown, con su estilo directo y descarnado, nos presenta en esta novela la historia de un veterano afroamericano que lucha por reintegrarse en una sociedad que lo rechaza doblemente: por su raza y por su participación en una guerra impopular. A través de una prosa cruda y auténtica, el autor nos sumerge en la América profunda de los años setenta y en las cicatrices invisibles que la guerra dejó en quienes combatieron.
Árbol de humo – Denis Johnson
Este tour de force literario, finalista del Premio Pulitzer, es una ambiciosa exploración de la locura y la ambigüedad moral de la Guerra de Vietnam. Johnson crea un fresco épico poblado por espías, soldados y civiles atrapados en la maquinaria de un conflicto incomprensible. Su prosa alucinatoria y poética captura como pocas la naturaleza surrealista de una guerra que desafió todas las convenciones militares tradicionales.
Persiguiendo a Cacciato – Tim O’Brien
Considerada una de las obras maestras sobre la Guerra de Vietnam, esta novela mezcla realidad y fantasía para explorar la experiencia del combate y sus consecuencias psicológicas. O’Brien construye una odisea alucinante cuando un soldado decide abandonar el frente y caminar hasta París, mientras sus compañeros le persiguen. A través de este viaje imposible, el autor nos muestra las complejidades morales y existenciales de quienes se vieron obligados a luchar en una guerra que apenas comprendían.
Estas seis novelas, cada una con su enfoque único, nos ofrecen ventanas privilegiadas para entender las múltiples facetas y los profundos impactos de la Guerra de Vietnam. Desde la experiencia directa del combate hasta las repercusiones décadas después, estos libros trascienden el mero relato histórico para convertirse en poderosas exploraciones de la condición humana frente al horror de la guerra.