El submarino K-19 simboliza la historia de la URSS con la tecnología nuclear. Le llamaban el Hiroshima porque Chernóbil aún estaba por llegar.
Hasta que no existieron los misiles intercontinentales, los submarinos silenciosos, con capacidad para lanzar misiles nucleares, era la única forma de acercarse al enemigo por sorpresa y lanzarle un misil.
Si un submarino de este tipo tenía una avería, o era detectado en un sitio en el que no debería estar, podría ser interpretado por el enemigo como un intento de ataque directo y desatar la guerra.
Se dio el caso, a finales de los años 50, que los Estados Unidos ya habían conseguido esa tecnología, y todo el tiempo que la Unión Soviética estuviese sin su submarino estaría expuesta a un ataque estadounidense.
El principal problema que tenían estos submarinos es que, para ser silenciosos, tenían que ser impulsados por un reactor nuclear, y por desgracia para los soviéticos no tenían tiempo ni experiencia previa.
Reactor nuclear + prisas + experiencia cero = desastre garantizado.
Desgraciadamente, la Unión Soviética nunca le hizo mucho caso a esta ecuación y la tripulación del K-19 lo pagó, como lo pagaron posteriormente los habitantes de Pripyat cuando falló el reactor de Chernóbil e incluso después de la caída de la Unión Soviética con el submarino nuclear K-141.
El caso del K-19 estuvo a punto de desatar la guerra porque unos de los fallos críticos que tuvo en funcionamiento, podría tener como consecuencia una explosión del reactor. Este hipotético accidente, sería interpretado como un intento de ataque soviético frente a la costa este de los Estados Unidos, al sur de Groenlandia.
El submarino K-19 fue creado con urgencia para alcanzar el nivel que los Estados Unidos habían alcanzado en el desarrollo de submarinos propulsados con energía nuclear. Además, estaba capacitado para usar misiles con ojiva nuclear con un alcance de 600 Km.El diseño se realizó en menos de medio año y la urgencia de obtener el prototipo canceló las posibles mejoras y revisiones del mismo: empezaron a construir a partir de la primera versión del proyecto.
En abril de 1958 comenzó la construcción del K-19, durante la cual murieron 10 personas entre accidentes e incendios. Se bautizó el 12 de noviembre de 1960 y, para los supersticiosos, en lugar de bautizarlo una mujer, como era costumbre, lo bautizó un hombre y la botella que tradicionalmente se lanza contra la proa rebotó, confirmando de esa forma, el comienzo de una historia llena de infortunios.
Una construcción catastrófica (así definida por el principal responsable de su construcción, Sergey Kovalev) sin controles de calidad y una tripulación no cualificada, propiciaron numerosas averías y fallos que estuvieron a punto de hundir el submarino en varias ocasiones.
Problemas del reactor del submarino K-19
El primer incidente, en febrero de 1961, antes de entrar en servicio, tuvo un problema con la presión de agua en el reactor primario. No llegó a salir del puerto.
El segundo incidente, aún más grave, fue el 4 de julio de 1961, apenas un mes y medio después de entrar oficialmente en servicio. Fue durante unas maniobras de simulación de guerra donde el K-19 tenía el rol de enemigo estadounidense y portaba tres misiles nucleares R-13. Se encontraba al sur de Groenlandia, a 200 metros de profundidad.
El sistema de refrigeración de un reactor, otra vez, empezó a perder presión por una fuga.
Perder el sistema de refrigeración es uno de los problemas más graves que puede presentar un reactor nuclear, puesto que se produciría la fusión del núcleo, con posibilidad de explosión.
En ese momento la radio estaba averiada (para variar) y no podían comunicarse ni pedir ayuda. El núcleo llegó a alcanzar una temperatura de 800 grados centígrados y para evitar la fusión, la tripulación tuvo que improvisar una refrigeración manual. Para ello utilizaron el aprovisionamiento que tenían de agua potable y accedieron al recinto del núcleo (que por seguridad debía permanecer cerrado) en turnos de unos 10 minutos para reparar la fuga por la que el sistema perdía presión. Finalmente, la tripulación pudo ser evacuada y el submarino remolcado.
El K-19 acabó completamente contaminado por el vapor radioactivo de la fuga, pero en lugar de desmantelarlo, lo repararon y lo descontaminaron.
8 marineros, los que se turnaron para reparar la fuga, murieron una semana después debido a la radiación. Estos marineros sabían lo que les iba a ocurrir por entrar en el recinto cerrado del reactor, pero también sabían lo que les iba a ocurrir si no entraban. Al menos otros 14 miembros murieron en los siguientes años y, en general, toda la tripulación (un total de 139 miembros) sufrió los efectos de la radiación.
En sus primeros meses de existencia, el K-19 se habría ganado el apodo de “Hiroshima” en la flota soviética.
Tras una investigación esclarecieron que una micro-fractura provocada por una soldadura defectuosa se agravó al someterlo a la presión de la profundidad.
Colisión con el USS Gato
En la guerra fría, la flota submarina de la unión soviética creció en capacidad y ambición. Dejó de operar principalmente en las costas y pasó a ser una flota oceánica para la que la OTAN tuvo que priorizar su seguimiento hasta el punto de que sus miembros asumieron el compromiso de rastrear individualmente a cada submarino soviético que abandonase su base.
En este contexto aparece el USS Gato, que detectó y realizó el seguimiento del K-19. El 15 de noviembre de 1969 el USS Gato y el K-19 colisionaron, y no trascendieron los detalles que llevaron a dicha colisión. Lo que se sabe es que el K-19 acabo con daños graves, tuvo que emerger y pedir ayuda, y el USS Gato desapareció de la escena. Es curioso que el K-19 regresaba del astillero de Severodvinsk, donde fue reparado del incidente de 1961.
El hermetismo en los secretos militares impera en estas ocasiones y no se sabe cuáles fueron las causas de la colisión, que afortunadamente no se cobró ninguna vida. Sin embargo, es seguro, que, de haber tenido unas consecuencias más graves, la tensión entre las potencias de la guerra fría habría aumentado considerablemente.
Incendio
Este incidente ocurrió el 24 de febrero de 1972. Probablemente provocado por el material radiactivo, un incendio importante obligó a emerger al submarino y solicitar el rescate. En la superficie se estaba librando un fuerte temporal y tuvieron que intervenir en el rescate de la tripulación más de 30 embarcaciones en 40 días. El submarino fue remolcado, reparado y continuó en servicio.
Final del Hiroshima
El submarino siguió en activo hasta 1990 y fue constantemente actualizado y reparado, pero nunca descartado antes de tiempo, pese a que pudo ser el desencadenante de, por lo menos, una respuesta nuclear estadounidense si el núcleo del reactor llegase a fusionar (explotar) frente a las costas norteamericanas. No hay que olvidar que todo esto se ha conocido 25 años después del incidente.
K-141
Este secretismo seguiría vivo en la administración después de la caída de la unión soviética, y el ejemplo está en el hundimiento del submarino nuclear K-141 Kursk el 12 de agosto del año 2000. Frente a las críticas internacionales a Rusia por no llevar a cabo ningún intento de rescate a un submarino que por varias averías encadenadas sufrió dos explosiones, el gobierno ruso afirmo que la tripulación de 118 miembros murió al completo con las explosiones. Sin embargo, posteriormente se supo que 23 de los marinos sobrevivieron a las explosiones, pero fallecieron esperando un rescate que nunca llegó.