La versión oficial que todos hemos escuchado
El incidente del golfo de Tonkin, ocurrido en agosto de 1964, representa uno de los momentos más controvertidos de la historia reciente de Estados Unidos. Según la versión oficial difundida inicialmente, buques vietnamitas atacaron a destructores estadounidenses en aguas internacionales sin provocación previa, lo que desencadenó una respuesta militar inmediata por parte del presidente Lyndon B. Johnson y la posterior escalada del conflicto en Vietnam. Durante décadas, esta narrativa justificó la intervención militar a gran escala, pero con el paso del tiempo, documentos desclasificados y testimonios revelaron una realidad mucho más compleja y problemática de lo que se presentó al público estadounidense y al mundo.
Los antecedentes: Vietnam en la encrucijada de la Guerra Fría
Para comprender el incidente del golfo de Tonkin es fundamental situarlo en el contexto geopolítico de la Guerra Fría. Tras la derrota francesa en Dien Bien Phu en 1954 y los Acuerdos de Ginebra, Vietnam quedó dividido temporalmente en dos zonas: el Norte comunista liderado por Ho Chi Minh y el Sur alineado con Occidente, inicialmente bajo el gobierno de Ngo Dinh Diem.
Estados Unidos, siguiendo la doctrina de contención del comunismo formulada por George Kennan, había aumentado progresivamente su presencia militar y económica en Vietnam del Sur desde finales de los años 50. Para 1964, había cerca de 16.000 asesores militares estadounidenses en el país, aunque técnicamente no se encontraban en estado de guerra.
¿Sabías que antes del incidente, la CIA ya estaba ejecutando operaciones encubiertas contra Vietnam del Norte? El programa OPLAN 34A, iniciado en febrero de 1964, incluía sabotajes, incursiones y operaciones psicológicas. Estos ataques eran realizados por comandos survietnamitas pero planificados, equipados y supervisados por estadounidenses. Para la población norteamericana, estas operaciones permanecían en las sombras, creando la falsa impresión de que el incidente del golfo de Tonkin fue un ataque “sin provocación”.
La administración Johnson y la búsqueda del pretexto perfecto
Lyndon B. Johnson había asumido la presidencia tras el asesinato de John F. Kennedy en noviembre de 1963. Enfrentaba presiones internas significativas: por un lado, no quería aparecer como “blando con el comunismo” en plena campaña electoral contra Barry Goldwater; por otro, necesitaba implementar su ambicioso programa de reformas sociales, la “Gran Sociedad”.
La administración Johnson, especialmente el secretario de Defensa Robert McNamara, buscaba encontrar una justificación sólida para aumentar la intervención militar en Vietnam sin despertar demasiada oposición pública o del Congreso. Es en este clima político tenso donde se desarrollaron los eventos de agosto de 1964.
2 de agosto de 1964: El primer incidente
El 2 de agosto de 1964, el destructor USS Maddox, que realizaba una misión de inteligencia electrónica (DESOTO) en el golfo de Tonkin, fue atacado por tres lanchas torpederas norvietnamitas. Este enfrentamiento ocurrió cerca de las islas Hon Me y Hon Ngu, donde dos días antes se habían realizado operaciones encubiertas contra instalaciones norvietnamitas como parte del programa OPLAN 34A.
El Maddox abrió fuego contra las embarcaciones, y con apoyo aéreo del portaaviones USS Ticonderoga, logró dañar a los atacantes y repeler el asalto. En este primer incidente, documentado y confirmado, el Maddox sufrió un único impacto de ametralladora y no hubo bajas estadounidenses.
Lo que pocas veces se menciona es que el Maddox no estaba simplemente “patrullando aguas internacionales” como declaró la Casa Blanca. El barco se encontraba a menos de 10 millas de la costa vietnamita (Vietnam reclamaba un límite territorial de 12 millas) y su misión DESOTO incluía recopilar inteligencia sobre las defensas costeras norvietnamitas y provocar reacciones electrónicas que pudieran ser analizadas. Como confesaría años después el capitán John J. Herrick: “Estábamos haciendo de cebo, utilizando nosotros mismos como provocación”.
La reacción inmediata y el retorno al golfo
Tras el incidente, el presidente Johnson ordenó que el Maddox continuara sus patrullas, pero ahora acompañado por otro destructor, el USS Turner Joy. También advirtió públicamente a Vietnam del Norte contra futuros ataques, aunque evitó escalar militarmente la situación, en parte porque aún no había obtenido suficiente rédito político del evento.
Las órdenes al Maddox y al Turner Joy eran claras: continuar las patrullas, pero ahora a mayor distancia de la costa (unas 11 millas) y responder con contundencia ante cualquier ataque. Mientras tanto, las operaciones encubiertas OPLAN 34A continuaron sin interrupción.
4 de agosto: El “segundo ataque” que nunca existió
La noche del 4 de agosto, en condiciones climáticas adversas con tormentas eléctricas y mar agitado, los destructores Maddox y Turner Joy reportaron estar bajo ataque. Durante aproximadamente dos horas, los barcos realizaron maniobras evasivas, dispararon contra supuestos torpedos y objetivos detectados por radar, y solicitaron apoyo aéreo.
El capitán Herrick, comandante de la misión, envió informes contradictorios durante y después del incidente. Inicialmente reportó un ataque, pero luego expresó “dudas sobre la totalidad del evento” y solicitó “confirmación completa antes de tomar más acciones”.
Aquí viene lo verdaderamente extraordinario: décadas después, sabemos que lo que ocurrió esa noche fue una combinación de lecturas erróneas de radar, fenómenos meteorológicos, nerviosismo de las tripulaciones y un exceso de celo tras el incidente anterior. James Stockdale, entonces comandante de la división aérea del Ticonderoga que sobrevoló la zona durante el supuesto ataque, escribiría en sus memorias: “No vi ni rastro de actividad enemiga… nada. No se disparó contra nosotros, no había barcos PT [torpederos], no había estelas de wake, no había barcos, no había nada”. Stockdale llegó a afirmar que estaba dispuesto a testificar bajo juramento que no hubo ataque esa noche.
A pesar de las dudas transmitidas por los oficiales en el terreno, McNamara y Johnson decidieron presentar el evento como un ataque deliberado. El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Earle Wheeler, le aseguró al presidente que el ataque era “auténtico”, basándose en comunicaciones interceptadas que luego se interpretarían erróneamente.
La respuesta inmediata: Operación Pierce Arrow
En menos de 12 horas desde el supuesto segundo ataque, el presidente Johnson ordenó ataques de represalia contra instalaciones navales y depósitos petroleros norvietnamitas. La Operación Pierce Arrow movilizó 64 aviones que lanzaron 28 toneladas de bombas, destruyendo alrededor del 10% de la capacidad petrolera de Vietnam del Norte y hundiendo o dañando 29 embarcaciones.
Johnson apareció en televisión nacional para anunciar: “Acciones repetidas de violencia contra las fuerzas armadas de Estados Unidos deben recibir una respuesta adecuada”. En su discurso, presentó el incidente como un ataque no provocado en aguas internacionales.
El clima de desconfianza dentro del propio gobierno era notable. El subsecretario de Estado George Ball, uno de los pocos escépticos dentro de la administración, comentó en privado: “La Marina está disparando a ballenas en el golfo de Tonkin”. Incluso el propio Johnson bromearía cínicamente más tarde: “Por lo que sé, nuestros muchachos podrían haber estado disparando a delfines”.
La Resolución del Golfo de Tonkin: el cheque en blanco
El 7 de agosto de 1964, apenas tres días después del supuesto segundo ataque, el Congreso aprobó la Resolución del Golfo de Tonkin casi por unanimidad (416-0 en la Cámara de Representantes y 88-2 en el Senado). Este documento autorizaba al presidente a “tomar todas las medidas necesarias para repeler cualquier ataque armado contra las fuerzas de los Estados Unidos y prevenir una mayor agresión”.
La resolución, redactada con una ambigüedad calculada, otorgaba amplios poderes al ejecutivo sin declarar formalmente la guerra. Johnson la describiría más tarde como “el equivalente a una declaración de guerra” y la “abuela” de todas las resoluciones.
Lo que pocos saben es que la resolución había sido redactada dos meses antes del incidente. Walter Cronkite, el legendario presentador de noticias, revelaría años después que William Bundy, subsecretario de Estado para Asuntos de Asia Oriental, había preparado el borrador en mayo de 1964, esperando encontrar el momento oportuno para presentarlo. El incidente —real o fabricado— proporcionó la oportunidad perfecta.
Los únicos dos senadores que votaron “no”
En un acto de notable independencia política, solo dos senadores votaron en contra de la resolución: Wayne Morse de Oregón y Ernest Gruening de Alaska. Morse declaró proféticamente que la resolución daría “carta blanca a la conducción de una guerra en una tierra en la que no tenemos derecho a luchar”, mientras que Gruening la calificó como una “predatada declaración de guerra”.
Ambos senadores fueron ridiculizados por la prensa mainstream y etiquetados como “poco patrióticos”. Ninguno de los dos sería reelegido, pagando así el precio político de su oposición a lo que luego se revelaría como una manipulación histórica.
Las consecuencias inmediatas: escalada militar
Con la Resolución del Golfo de Tonkin como respaldo legal, la administración Johnson inició una escalada militar masiva en Vietnam. Para finales de 1965, el número de tropas estadounidenses pasó de 16.000 a más de 184.000. En 1968, alcanzaría su punto máximo con más de 536.000 efectivos.
La guerra pasó de ser un conflicto de “asesoramiento” a una intervención militar directa a gran escala. Los bombardeos sobre Vietnam del Norte se intensificaron con las operaciones Rolling Thunder, y el conflicto se expandió a Laos y Camboya.
Un aspecto raramente mencionado es que la escalada se produjo exactamente como estaba planificado desde antes del incidente. Los documentos del Pentágono revelarían después que el Joint Chiefs of Staff (JCS) había elaborado planes de bombardeo y despliegue de tropas mucho antes de agosto de 1964. De hecho, el 2 de marzo de 1964, McNamara había redactado un memorando con un plan de 3 años para una “solución militar” en Vietnam. Lo único que faltaba era la justificación pública, que el incidente proporcionó perfectamente.
La verdad comienza a emerger: del Pentágono a la desclasificación
En 1971, la filtración de los “Papeles del Pentágono” por Daniel Ellsberg expuso las primeras dudas serias sobre la veracidad del incidente. Estos documentos revelaban que la administración Johnson había tergiversado deliberadamente los hechos para justificar la guerra.
Sin embargo, no fue hasta 2005, con la desclasificación de documentos de la NSA por el historiador Robert Hanyok, cuando se confirmó definitivamente que el segundo ataque nunca ocurrió. Los analistas de la NSA habían interpretado erróneamente—y algunos sugieren que deliberadamente—comunicaciones norvietnamitas, presentando “información selectiva” que respaldaba la narrativa de un ataque.
El propio Robert McNamara, arquitecto principal de la guerra, confesaría décadas más tarde en el documental “The Fog of War” (2003): “Estábamos equivocados, terriblemente equivocados”. McNamara admitió que la administración había actuado basándose en información incompleta y mal interpretada, aunque nunca llegó a aceptar completamente la acusación de haber fabricado el incidente.
Las “Five O’Clock Follies” y la maquinaria propagandística
El incidente del golfo de Tonkin estableció un patrón de manipulación informativa que continuaría durante toda la guerra. Las famosas “Five O’Clock Follies” —término con el que los periodistas se referían a los briefings militares diarios en Saigón— se convirtieron en sinónimo de información sesgada y poco fiable.
La prensa, inicialmente dócil ante la versión oficial, empezó a mostrar un escepticismo creciente a medida que la guerra se prolongaba. El “credibility gap” (brecha de credibilidad) entre las declaraciones oficiales y la realidad del terreno sentó las bases para la crisis de confianza en las instituciones que caracterizaría a la sociedad estadounidense en las décadas siguientes.
El legado duradero: cambios en la relación entre poderes
En 1970, el Congreso derogó formalmente la Resolución del Golfo de Tonkin, pero el daño ya estaba hecho. La guerra continuó hasta 1975, con un costo de más de 58.000 vidas estadounidenses y millones de vietnamitas.
El incidente provocó cambios fundamentales en la forma en que Estados Unidos autoriza el uso de la fuerza militar. En 1973, el Congreso aprobó la Resolución de Poderes de Guerra, que limitaba la capacidad del presidente para comprometer tropas en el extranjero sin autorización legislativa.
Lo verdaderamente irónico es que, a pesar de estas salvaguardas, el patrón del golfo de Tonkin se ha repetido varias veces en la historia reciente. Desde las supuestas “armas de destrucción masiva” en Irak hasta intervenciones en América Latina y Oriente Medio, la manipulación de inteligencia para justificar acciones militares sigue siendo una tentación poderosa para los gobiernos. Como observó el senador J. William Fulbright, quien inicialmente apoyó la resolución para luego arrepentirse amargamente: “La credulidad del gobierno, unida a la credulidad del pueblo, es una combinación que le brinda a la manipulación política un poder formidable”.
Lecciones para la democracia: transparencia y rendición de cuentas
El incidente del golfo de Tonkin plantea preguntas fundamentales sobre la toma de decisiones en tiempos de crisis y la necesidad de contrapesos efectivos al poder ejecutivo. Representa un caso de estudio sobre cómo la manipulación de la información puede conducir a decisiones catastróficas con consecuencias a largo plazo.
La tensión entre seguridad nacional y transparencia democrática, evidenciada en este episodio, sigue siendo central en debates contemporáneos sobre vigilancia, secreto gubernamental y libertad de prensa.
El contexto de la Guerra Fría y la “amenaza comunista”
Es importante situar el incidente en el contexto de la Guerra Fría, cuando el miedo al comunismo condicionaba profundamente la política estadounidense. La teoría del dominó, que sugería que si Vietnam caía ante el comunismo los países vecinos seguirían inexorablemente el mismo camino, ejercía una influencia poderosa en el pensamiento estratégico.
Este marco ideológico creó un entorno donde las “mentiras nobles” parecían justificables si servían para contener lo que se percibía como una amenaza existencial. Como señala National Geographic, este incidente “cambió la historia de EEUU” y representa “un caso paradigmático de cómo la precipitación, el secretismo y la manipulación pueden conducir a decisiones con repercusiones globales”.
Tal vez lo más desconcertante del caso es que incluso después de que se revelara la verdad, pocos responsables enfrentaron consecuencias reales. McNamara continuó como Secretario de Defensa hasta 1968. Johnson no se presentó a la reelección, pero más por el costo político general de la guerra que por la revelación específica sobre el incidente. ¿Cuántos otros “golfos de Tonkin” permanecen ocultos en las sombras de la historia oficial? ¿Cuántas decisiones se toman hoy basadas en información selectiva o manipulada? La pregunta sigue siendo tan relevante ahora como lo era en 1964.
Conclusión: un recordatorio sobre el valor de la verdad
El incidente del golfo de Tonkin permanece como uno de los ejemplos más claros de cómo la manipulación de la verdad puede tener consecuencias devastadoras y duraderas. Nos recuerda la importancia crucial del escepticismo saludable, la prensa libre y los mecanismos de control democrático.
La lección más valiosa quizás sea que, en tiempos de tensión y amenaza percibida, es precisamente cuando más necesarios son la transparencia, el debate abierto y la vigilancia ciudadana. Como sociedad, debemos recordar que la primera víctima de la guerra suele ser la verdad.
Preguntas frecuentes sobre el incidente del golfo de Tonkin
¿Qué fue exactamente el incidente del golfo de Tonkin?
El incidente del golfo de Tonkin consistió en dos supuestos ataques de embarcaciones norvietnamitas contra destructores estadounidenses el 2 y 4 de agosto de 1964. El primer ataque está confirmado, pero el segundo nunca ocurrió, aunque fue utilizado como justificación para la escalada militar en Vietnam.
¿Por qué es tan importante este incidente en la historia de EE.UU.?
Es crucial porque llevó a la aprobación de la Resolución del Golfo de Tonkin, que autorizó al presidente Johnson a usar la fuerza militar en Vietnam sin una declaración formal de guerra, resultando en la escalada masiva del conflicto.
¿Quién ordenó los ataques de represalia tras el incidente?
El presidente Lyndon B. Johnson ordenó la Operación Pierce Arrow, una serie de ataques aéreos contra instalaciones navales y depósitos petroleros norvietnamitas, apenas 12 horas después del supuesto segundo ataque.
¿Cuándo se descubrió que el segundo ataque nunca existió?
Aunque surgieron dudas desde el principio, la confirmación definitiva vino en 2005 con la desclasificación de documentos de la NSA, que revelaron que el segundo ataque fue resultado de lecturas erróneas de radar y comunicaciones mal interpretadas.
¿Qué era la Operación OPLAN 34A mencionada en relación con el incidente?
OPLAN 34A era un programa de operaciones encubiertas contra Vietnam del Norte, iniciado en febrero de 1964, que incluía sabotajes, incursiones y operaciones psicológicas ejecutadas por comandos survietnamitas pero planificadas y dirigidas por Estados Unidos.
¿Hubo oposición a la Resolución del Golfo de Tonkin en el Congreso?
Sí, aunque mínima. Solo dos senadores votaron en contra: Wayne Morse de Oregón y Ernest Gruening de Alaska, quienes fueron posteriormente ridiculizados y perdieron sus escaños en las siguientes elecciones.
¿Qué impacto tuvo este incidente en la relación entre el ejecutivo y el legislativo?
El incidente eventualmente llevó a una reevaluación del equilibrio de poderes, resultando en la Resolución de Poderes de Guerra de 1973, que limita la capacidad del presidente para comprometer tropas en el extranjero sin autorización del Congreso.
¿Qué papel jugó Robert McNamara en el incidente?
Como Secretario de Defensa, McNamara fue instrumental en presentar el incidente como un ataque deliberado, a pesar de la información contradictoria. Años después, en el documental “The Fog of War”, admitió que la administración actuó basándose en información incompleta.
¿Cómo afectó este incidente a la percepción pública sobre la guerra de Vietnam?
Inicialmente generó apoyo público a la intervención, pero cuando la verdad comenzó a emerger, contribuyó significativamente a la “brecha de credibilidad” entre el gobierno y los ciudadanos, alimentando el movimiento antiguerra y la desconfianza institucional.
¿Se ha repetido este patrón de justificación para conflictos en la historia reciente?
Muchos analistas señalan que sí, comparando el incidente con otras justificaciones controvertidas para acciones militares, como las supuestas armas de destrucción masiva en Irak en 2003, sugiriendo un patrón recurrente en la política exterior estadounidense.
RECOMENDACIONES LITERARIAS
Lecturas que iluminan las sombras de la Guerra de Vietnam
La Guerra de Vietnam, con sus complejas ramificaciones políticas, sociales y humanas, ha sido una fuente inagotable de inspiración para novelistas que han intentado capturar su esencia desde diferentes perspectivas. Estas obras no solo nos acercan a los hechos históricos, sino que nos invitan a reflexionar sobre las consecuencias personales y colectivas del conflicto, ofreciéndonos visiones que complementan y enriquecen nuestra comprensión del incidente del golfo de Tonkin y su legado.
El simpatizante – Viet Thanh Nguyen
Una novela revolucionaria que redefine la narrativa de la Guerra de Vietnam desde la perspectiva de un espía comunista que trabaja encubierto entre los refugiados survietnamitas en Estados Unidos. Ganadora del Premio Pulitzer, esta obra maestra de Viet Thanh Nguyen desmonta los relatos simplistas sobre el conflicto con una prosa mordaz e inteligente que expone las contradicciones morales y las lealtades divididas. A través de los ojos de su protagonista, un “hombre de dos mentes”, experimentamos la guerra, el exilio y la identidad fragmentada con una intensidad que te mantendrá atrapado hasta la última página.
Corazones en la Atlántida – Stephen King
King se aleja de su habitual terror sobrenatural para sumergirnos en el horror muy real de la Guerra de Vietnam y sus secuelas. Esta colección interconectada de relatos explora cómo el conflicto marcó a toda una generación, siguiendo a personajes cuyas vidas quedaron irremediablemente alteradas por la sombra de la guerra. Con una nostalgia agridulce por los ideales perdidos de los años 60 y una profunda reflexión sobre la pérdida de la inocencia americana, King entrelaza lo personal y lo político en una narrativa conmovedora que resuena con los ecos del incidente del golfo de Tonkin y la desconfianza institucional que generó.
La velocidad de la luz – Javier Cercas
Esta poderosa novela del aclamado autor español nos presenta la amistad entre un joven escritor y un veterano de Vietnam atormentado por sus experiencias. Cercas explora magistralmente cómo la guerra no solo destruye vidas en el campo de batalla, sino que transforma irremediablemente a quienes participan en ella, dejándoles heridas invisibles que nunca cicatrizan completamente. Con su característica precisión psicológica, el autor disecciona las consecuencias morales de la violencia y la imposibilidad de escapar del pasado, creando un relato universal sobre la culpa, la memoria y la redención que trasciende fronteras culturales.
Trabajo sucio – Larry Brown
En esta cruda y emotiva novela, Brown nos presenta a dos veteranos dañados por la guerra: uno afroamericano y otro que regresó con graves desfiguraciones. A través de su improbable amistad, exploramos las heridas físicas y psicológicas infligidas por el conflicto, así como el abandono que muchos veteranos experimentaron al regresar a casa. Con una prosa directa y sin adornos que evoca el sur rural americano, Brown examina cuestiones de raza, masculinidad y trauma, ofreciéndonos un testimonio honesto sobre las consecuencias humanas de decisiones políticas como las que se tomaron tras el incidente del golfo de Tonkin. Este relato te atrapará por su autenticidad emocional y la dignidad con que presenta a personajes habitualmente invisibilizados.