El oscuro episodio que conmocionó al País Vasco: la verdad sobre las brujas de Zugarramurdi
La historia de las brujas de Zugarramurdi representa uno de los episodios más controvertidos de la Inquisición española en territorio vasco. En 1610, bajo la dirección del inquisidor Alonso de Salazar y Frías, se desató un proceso judicial que culminaría en el Auto de Fe de Logroño, donde once personas fueron condenadas por supuestas prácticas de brujería y adoración al diablo. Este acontecimiento, enmarcado en la persecución de la brujería que se extendía por toda Europa durante los siglos XVI y XVII, dejó una huella indeleble en la memoria colectiva de la región y ha sido objeto de numerosas interpretaciones a lo largo de los siglos.
La caza de brujas: contexto histórico de la persecución
Durante la Edad Moderna, la creencia en la brujería y la persecución de supuestas brujas se convirtió en un fenómeno generalizado en Europa. La publicación del “Malleus Maleficarum” (El martillo de las brujas) en 1487 proporcionó un manual para la identificación y procesamiento de brujas, alimentando una ola de histeria colectiva que resultó en miles de ejecuciones, principalmente de mujeres.
La peculiaridad del caso vasco
En el País Vasco, la situación adquirió matices particulares. La región, con sus tradiciones ancestrales y su relativa autonomía cultural, mantenía prácticas y creencias precristianas que resultaban sospechosas para las autoridades eclesiásticas. Las cuevas de Zugarramurdi, escenario natural impresionante donde supuestamente se celebraban los aquelarres, se convirtieron en el epicentro de las acusaciones.
¿Os habéis preguntado alguna vez por qué precisamente esta zona se convirtió en el epicentro de la histeria? La frontera con Francia no era sólo geográfica sino también ideológica. Mientras en Francia Pierre de Lancre ya había ejecutado a más de 80 personas por brujería, España mantenía cierto escepticismo institucional. Más que brujas, lo que preocupaba a la Inquisición española era la “contaminación” de ideas protestantes desde el otro lado de los Pirineos. La brujería fue la excusa perfecta para mantener bajo control a una población fronteriza potencialmente subversiva.
El papel de la Inquisición española
A diferencia de otros tribunales europeos, la Inquisición española mostró inicialmente cierta moderación en los casos de brujería. Sin embargo, el caso de Zugarramurdi representó una excepción. El tribunal inquisitorial de Logroño, liderado por Juan Valle y Alonso Becerra, junto con Alonso de Salazar y Frías, comenzó las investigaciones tras recibir denuncias de prácticas diabólicas en la región.
El proceso judicial: del rumor a la hoguera
En 1609, comienzan las investigaciones oficiales en Zugarramurdi y las aldeas circundantes. Las autoridades recogieron testimonios que hablaban de reuniones nocturnas, pactos con el diablo, vuelos mágicos y sacrificios de niños. Muchas confesiones fueron obtenidas bajo tortura o presión psicológica, siguiendo el protocolo inquisitorial de la época.
Los interrogatorios y las confesiones
Los interrogatorios seguían un patrón predeterminado que inducía a los acusados a confesar exactamente lo que los inquisidores esperaban oír. Preguntas sugestivas y amenazas de tortura generaban confesiones que confirmaban la existencia de aquelarres donde se adoraba al diablo, se practicaban orgías y se preparaban ungüentos mágicos.
La psicología detrás de estas confesiones es fascinante. Estudios modernos sobre psicología del testimonio sugieren que muchos de los acusados acabaron “recordando” hechos que nunca ocurrieron. Un fenómeno conocido como “falsa memoria inducida”. Imagina estar días encerrado, privado de sueño, con hambre, miedo y alguien repitiendo constantemente lo que “has hecho”. Acabarías dudando de tu propia realidad. Además, muchos declarantes eran ancianos con demencia senil o personas con trastornos mentales para quienes la fantasía y la realidad ya tenían fronteras difusas. Para otros, confesarse culpable era simplemente la única esperanza de evitar la tortura.
El Auto de Fe de Logroño
El proceso culminó en el Auto de Fe celebrado en Logroño en noviembre de 1610. De las más de 300 personas inicialmente acusadas, 29 fueron juzgadas públicamente. Once personas fueron condenadas: seis fueron quemadas en la hoguera (cinco en persona y una en efigie, pues había muerto durante el proceso), y las cinco restantes, que se habían arrepentido, fueron reconciliadas aunque igualmente castigadas.
Salazar y Frías: el inquisidor escéptico
El aspecto más fascinante de este caso fue el papel de Alonso de Salazar y Frías, quien inicialmente participó en las condenas pero posteriormente realizó una exhaustiva investigación que cambiaría el rumbo de la historia. Tras el Auto de Fe, Salazar emprendió una misión de ocho meses por toda la región, entrevistando a más de 1.800 personas implicadas en las acusaciones.
La investigación revolucionaria
Salazar documentó meticulosamente inconsistencias en los testimonios y observó que muchas confesiones habían sido obtenidas mediante coacción. También realizó “experimentos” prácticos, pidiendo a supuestas brujas que prepararan sus ungüentos mágicos bajo supervisión, demostrando que estos no poseían propiedades sobrenaturales.
Salazar merece su propio lugar en la historia de la ciencia. Su metodología fue asombrosamente moderna para la época: experimentación, documentación rigurosa, análisis crítico de testimonios. Mientras Europa ardía en hogueras inquisitoriales, este hombre aplicaba el método científico avant la lettre. Su famosa frase “No hubo brujas ni embrujados hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos” anticipa en siglos la comprensión moderna de los pánicos morales y la histeria colectiva. ¿Os imagináis lo que supuso enfrentarse a todo el aparato ideológico y religioso de su tiempo? Salazar arriesgó no solo su carrera sino posiblemente su vida al desafiar la narrativa oficial.
El informe que cambió la historia
Su informe final, presentado a la Suprema (el Consejo de la Inquisición) en 1612, concluía que no había encontrado evidencia confiable de brujería. Este documento revolucionario, titulado “De lo que ha resultado de la visita”, influyó decisivamente en las instrucciones de 1614, que establecieron nuevas y más estrictas normas para los procesos de brujería, reduciendo drásticamente las condenas por este delito en España.
Las implicaciones sociales: ¿quiénes eran realmente las “brujas”?
Las acusadas no eran practicantes de ninguna religión diabólica organizada, sino mayoritariamente mujeres marginadas: viudas, curanderas, parteras o simplemente personas que no encajaban en los estrictos moldes sociales de la época.
El perfil de las acusadas
Un análisis detallado de las procesadas revela patrones significativos: predominaban las mujeres (aunque también hubo hombres), a menudo de edad avanzada, con conocimientos de medicina tradicional o que ocupaban posiciones sociales vulnerables.
Lo que no suele contarse es que muchas “brujas” eran simplemente las farmacéuticas de su época. Conocían plantas con propiedades sedantes, analgésicas e incluso abortivas. El belladona, el beleño o la mandrágora contenían alcaloides con efectos psicoactivos que, bien dosificados, aliviaban el dolor. En una época sin anestesia ni antibióticos, estas mujeres proporcionaban los únicos remedios disponibles. ¿Y por qué eran mayoritariamente mujeres? Simple: porque en una sociedad que les negaba educación formal y profesiones reconocidas, la transmisión oral de conocimientos medicinales era uno de los pocos campos donde podían ejercer cierto poder e independencia. No es casual que la persecución de brujas coincidiera históricamente con la profesionalización masculina de la medicina y la exclusión de las mujeres de la práctica médica oficial.
Factores económicos y políticos
Investigaciones modernas han puesto de relieve que muchas acusaciones tenían motivaciones económicas o políticas subyacentes. Las confiscaciones de bienes beneficiaban tanto a denunciantes como a las autoridades, y las acusaciones servían a menudo para resolver disputas personales o eliminar competidores.
Las cuevas de Zugarramurdi: entre mito y realidad
Las famosas cuevas de Zugarramurdi, donde supuestamente se celebraban los aquelarres, constituyen hoy un importante atractivo turístico de la región. Formadas por la erosión del río Olabidea sobre la roca caliza, estas impresionantes formaciones naturales albergan ahora un museo dedicado a la memoria de este episodio histórico, que intenta separar la realidad histórica de la leyenda.
El significado de las cuevas en la cultura local
Antes de convertirse en escenario de supuestos ritos diabólicos, las cuevas eran lugares de celebraciones paganas vinculadas a los ciclos naturales. El cristianismo demonizó estas prácticas, transformando antiguas celebraciones de fertilidad en rituales satánicos en el imaginario popular.
La antropología nos enseña que los espacios subterráneos han tenido significados simbólicos poderosos en casi todas las culturas. Para los antiguos vascos, las cuevas representaban el vientre de la tierra, la diosa Mari, y eran espacios sagrados de conexión con lo telúrico. La cristianización no logró erradicar estos cultos, sino que los transformó etiquetándolos como “diabólicos”. Curiosamente, el mismo lugar que en una cultura representaba fertilidad y renovación, en otra se convirtió en símbolo de perversión. La visita actual a Zugarramurdi permite experimentar esa atmósfera inquietante que, en la oscuridad y con la acústica peculiar de la cueva, debió alimentar todo tipo de fantasías en mentes ya predispuestas a ver lo sobrenatural.
La memoria histórica: del estigma a la reivindicación
Con el paso de los siglos, la percepción sobre este episodio ha cambiado radicalmente. Lo que una vez fue motivo de vergüenza y silencio para la comunidad se ha convertido en un elemento identitario que atrae a visitantes de todo el mundo.
Reinterpretaciones contemporáneas
El cine, la literatura y otras manifestaciones artísticas han contribuido a una revalorización del fenómeno, convirtiendo a las brujas de Zugarramurdi en símbolo de resistencia frente a la opresión y en emblema de la sabiduría tradicional perseguida por el poder establecido.
La evolución de la figura de la bruja en el imaginario colectivo es fascinante. De símbolo del mal absoluto ha pasado a representar la rebeldía femenina, el conocimiento alternativo y la resistencia cultural. Este cambio dice más sobre nosotros que sobre las propias “brujas”. Cada época reinterpreta el pasado según sus propias obsesiones y aspiraciones. Para la sociedad actual, desencantada con las instituciones tradicionales y en busca de nuevas espiritualidades, la bruja se ha convertido en un icono feminista y ecologista. ¿Es esta visión más precisa históricamente que la de nuestros antepasados? Probablemente no. Pero revela nuestras propias necesidades narrativas: buscamos heroínas rebeldes donde antes se veían pecadoras, y sabias donde antes se veían herejes.
Reflexionando sobre el pasado: lecciones para el presente
Este oscuro capítulo de nuestra historia nos ofrece valiosas enseñanzas sobre los peligros de la histeria colectiva, la manipulación del miedo y la persecución de la diferencia. El caso de las brujas de Zugarramurdi ilustra cómo los prejuicios y la ignorancia pueden convertirse en armas letales cuando son instrumentalizados por las estructuras de poder.
La figura pionera de Salazar y Frías nos recuerda la importancia del pensamiento crítico y la investigación rigurosa frente a las creencias populares y los dogmas establecidos. Su legado perdura como ejemplo de integridad intelectual en tiempos de oscurantismo.
Por último, la transformación de este episodio de tragedia en patrimonio cultural nos invita a reflexionar sobre cómo las sociedades procesan su pasado y convierten incluso sus aspectos más dolorosos en elementos de identidad y aprendizaje colectivo.
A continuación, encontrarás algunas de las preguntas más frecuentes sobre este tema y recomendaciones literarias para profundizar en la historia de las brujas de Zugarramurdi.
Preguntas frecuentes sobre las Brujas de Zugarramurdi
¿Cuándo tuvo lugar el proceso contra las brujas de Zugarramurdi?
El proceso inquisitorial tuvo lugar entre 1609 y 1614, con el Auto de Fe celebrado en Logroño en noviembre de 1610.
¿Cuántas personas fueron ejecutadas por brujería en Zugarramurdi?
De las 29 personas juzgadas públicamente, seis fueron condenadas a la hoguera: cinco en persona y una en efigie por haber fallecido durante el proceso.
¿Quién fue Alonso de Salazar y Frías y por qué es importante?
Alonso de Salazar y Frías fue el tercer inquisidor del tribunal de Logroño quien, tras el Auto de Fe, realizó una exhaustiva investigación entrevistando a más de 1.800 personas. Su informe, que cuestionaba las evidencias de brujería, cambió radicalmente la forma en que la Inquisición española trató los casos de brujería posteriormente.
¿Qué eran los aquelarres?
Los aquelarres eran supuestas reuniones nocturnas donde las brujas adoraban al diablo, participaban en orgías y realizaban rituales mágicos. La palabra proviene del euskera “aker” (macho cabrío) y “larre” (prado), en referencia al diablo representado como un cabrón que presidía estas reuniones.
¿Las cuevas de Zugarramurdi tienen alguna particularidad geológica?
Sí, las cuevas de Zugarramurdi son formaciones kársticas creadas por la erosión del río Olabidea sobre la roca caliza. Su estructura, con grandes cavidades y acústica peculiar, contribuyó a su mitificación como escenario de rituales paganos y posteriormente demonizados.
¿Por qué fueron mayoritariamente mujeres las acusadas de brujería?
Las mujeres eran más vulnerables a las acusaciones debido a factores sociales: muchas eran viudas, comadronas o curanderas que poseían conocimientos de medicina tradicional, ocupaban posiciones marginales en la sociedad, o desafiaban los roles de género establecidos. Además, la demonología de la época asociaba lo femenino con una mayor susceptibilidad a la tentación diabólica.
¿Qué diferenciaba a la Inquisición española de otros tribunales europeos en cuanto a la brujería?
La Inquisición española fue generalmente más moderada en casos de brujería que sus homólogos europeos. Mientras en otros países se ejecutaron miles de personas, en España el escepticismo institucional, especialmente tras el informe de Salazar, llevó a procedimientos más rigurosos y menos condenas, convirtiéndose en un freno a la histeria colectiva en lugar de un promotor.
¿Qué se celebra actualmente en Zugarramurdi relacionado con este episodio histórico?
Cada año, en la noche de San Juan (23 de junio), se celebra en Zugarramurdi una recreación del aquelarre, con una cena popular, danzas tradicionales y representaciones teatrales. Además, el pueblo cuenta con un Museo de las Brujas que documenta este episodio histórico y las cuevas son visitables durante todo el año.
¿Existió realmente un culto organizado de brujería en Zugarramurdi?
La evidencia histórica moderna sugiere que no existió un culto organizado de brujería diabólica como el descrito en los procesos. Lo que probablemente existió fueron remanentes de tradiciones paganas, conocimientos de medicina natural y posiblemente reuniones clandestinas para preservar estas prácticas, que fueron demonizadas y magnificadas por las autoridades religiosas.
¿Cómo ha influido este episodio en la cultura popular?
El caso ha inspirado numerosas obras artísticas, incluyendo novelas como “Las brujas de Zugarramurdi” de Julio Caro Baroja, películas como la homónima de Álex de la Iglesia, documentales, obras teatrales y canciones. En las últimas décadas, la figura de la bruja se ha reinterpretado como símbolo de resistencia femenina y conocimiento alternativo perseguido.
Recomendaciones literarias
La historia de las brujas de Zugarramurdi ha inspirado numerosas obras que exploran este fascinante capítulo desde diferentes perspectivas. Tanto si buscas adentrarte en la rigurosidad histórica como si prefieres sumergirte en recreaciones noveladas de los hechos, estas obras te permitirán profundizar en los entresijos de uno de los episodios más intrigantes de la Inquisición española.
Las brujas y el inquisidor – Elvira Roca Barea
Una novela magistral que recrea con precisión y sensibilidad el clima de paranoia y tensión del siglo XVII. Roca Barea, conocida por su rigor histórico, nos transporta al universo mental de la época a través de personajes vívidamente dibujados que encarnan las contradicciones de un tiempo donde la superstición y la razón pugnaban por imponerse. La autora logra humanizar tanto a los acusadores como a los acusados, revelando las complejas motivaciones detrás de la caza de brujas sin caer en simplificaciones maniqueas. Si quieres entender no solo qué ocurrió sino cómo se sentía vivir en aquel contexto, esta obra es tu mejor puerta de entrada.
Caza de brujas – Mercedes Santos
Santos nos ofrece una apasionante reconstrucción novelada donde las voces femeninas cobran protagonismo. Con una prosa evocadora que rezuma autenticidad, la autora nos sumerge en la vida cotidiana de la Navarra rural para mostrarnos cómo las tradiciones ancestrales, los conocimientos populares y las relaciones de poder desembocaron en la tragedia de Zugarramurdi. Particularmente brillante es su exploración de las dinámicas sociales entre mujeres, y cómo la presión del patriarcado y la religión podía convertir a vecinas en enemigas mortales. Un relato que te mantendrá en vilo mientras te descubre aspectos poco conocidos de este oscuro episodio.
El abogado de las brujas: Brujería vasca e Inquisición española – Gustav Henningsen
Esta obra, considerada la referencia definitiva sobre el caso de Zugarramurdi, es fruto de décadas de investigación meticulosa en archivos históricos. Henningsen, historiador danés especializado en la Inquisición española, desentierra documentos originales de los procesos y reconstruye con extraordinaria precisión todo el desarrollo del caso. Su análisis del papel de Alonso de Salazar y Frías como pionero del escepticismo resulta particularmente iluminador, revelando cómo un hombre de su tiempo logró elevarse sobre los prejuicios imperantes. Si buscas comprender en profundidad las dimensiones históricas, jurídicas y antropológicas del fenómeno, este libro, aunque de carácter académico, resulta sorprendentemente accesible y absolutamente fascinante.
Estas tres obras, cada una desde su particular enfoque, te permitirán asomarte a los misterios de Zugarramurdi y comprender mejor uno de los episodios más complejos y reveladores de nuestra historia. Sea cual sea tu preferencia, en sus páginas encontrarás no solo respuestas sobre el pasado, sino también reflexiones valiosas sobre la naturaleza humana que siguen resonando en nuestro presente.